La fatiga de las aplicaciones de citas está aumentando

Mucho antes de haber leído nada sobre el mundo actual de las citas, llegué a la conclusión de que se estaba volviendo más complicado que en el pasado. Esto se debió principalmente a que observé a las millennials con las que trabajé en una agencia de publicidad. El rango de edad iba desde los veinte años hasta los treinta y tantos. Observé de cerca a estas mujeres inteligentes y educadas y me di cuenta de que tenían algo en común: todas trabajaban horas interminables.

Me dije a mí misma: “¿Cómo pueden tener una vida social si pasan tantas horas en el trabajo?”. Bueno, la respuesta es: no la tenían. En los seis años que estuve en este lugar hubo muy pocos matrimonios. La vida solía ser mucho más sencilla para las mujeres solteras. Conocías a alguien a través de una amiga (como yo) o en el trabajo o la escuela. No había un enfoque digital para el juego del apareamiento.

El primer servicio de citas por ordenador apareció en 1965 y lo creó un equipo de estudiantes de Harvard que lo utilizaban en un ordenador central. No fue hasta la explosión de Internet, a mediados y finales de los años 90, cuando empezaron a aparecer las aplicaciones en línea. En 1995 se fundó Match.com y, en el año 2000, buscar al amor de la vida por Internet se había convertido en algo relativamente aceptable.

Ahora, diecisiete años después, parece que el péndulo está volviendo a oscilar. En resumen, parece haber una creciente insatisfacción con el interminable deslizamiento y desplazamiento en busca de una pareja potencial. Es agotador y, lo que es peor, puede ser una verdadera apuesta al azar.

¡QUE LLEGUEN LOS CASAMENTEROS!

Mi interés por este tema se despertó cuando vi un artículo de Moira Weigel titulado F#& TINDER! que apareció en la edición de febrero de 2017 de la revista Marie Claire . Comienza describiendo a una casamentera de Palo Alto, California, llamada Amy Andersen, que fundó Linx Dating en 2003.

Por $35,000 (sí, $35,000) Linx tiene un paquete “plata” que brinda ocho presentaciones en dos años. O puede actualizar a un paquete “platino” por $10,000 más y obtener 10 presentaciones (mientras escribo esto, estoy en shock porque no puedo creer estas cifras). Sin embargo, el hecho de que haya personas dispuestas a pagar estos cargos es una señal de una tendencia más amplia.

¿Cuáles son los beneficios de utilizar este servicio? Para empezar, los casamenteros alivian algunas de las ansiedades que generan las aplicaciones de citas. También ayudan a resolver malentendidos que, de otro modo, podrían hacer que las personas desaparezcan.

Los casamenteros de hoy no son como la tía insistente o Yente en El violinista en el tejado, del tipo que llama a amigos y amigos de amigos para preguntar sobre la disponibilidad de sus hijos o hijas. En cambio, los casamenteros modernos utilizan Facebook y LinkedIn para reclutar miembros para sus bases de datos.

De esa maravillosa creación: El violinista en el tejado. A los yentas les encantan los chismes picantes.

Pero no cualquiera puede ser casamentero. El trabajo requiere un conjunto de habilidades especiales que se pueden aprender en lugares como el Matchmaking Institute (MMI) en Nueva York, que abrió en 2003 con siete estudiantes y en 2016 tenía más de 100, cada uno pagando 5.000 dólares por un curso de tres meses. Dicho esto, mucho depende de la personalidad de un casamentero. Uno debe ser lo suficientemente extrovertido como para charlar con un extraño para agregar su nombre a la base de datos del casamentero, pero lo suficientemente sensible como para manejar los sentimientos de frustración de un cliente.

Un artículo del New York Times de 2014 informó que los usuarios de Tinder pasan hasta 90 minutos al día deslizando el dedo hacia la derecha. Sin embargo, un estudio del Pew Research Center descubrió que un tercio de las personas que usan aplicaciones de citas nunca conocen a nadie en persona. “Todo el mundo siempre está buscando lo que yo llamo el BBD, una oferta más grande y mejor”, dice Andersen.

En resumen, las citas son un juego de números: los clientes contratan a los casamenteros por diversas razones, pero uno de los factores principales es simplemente aumentar sus posibilidades. ¿Qué se considera un final feliz? “Es difícil encontrar una única métrica de éxito”, dice un casamentero, “pero estamos orgullosos de que el 70% de nuestros clientes tengan al menos una tercera cita con sus parejas”. Eso es todo, amigos.

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Shaun Nelson-Henrick

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